Opinión

A río revuelto, ¿Estado Presente?

Una nueva crisis producto de la creciente en nuestro río en la ciudad de Gualeguaychú nos volvió a sacudir: en cuestión de horas, nos sorprendió el agua “debajo de las patas”. Sin aviso para preparar la rutina ya conocida por las familias rivereñas, el agua d’entró apurada y rápidamente nuestra ciudad se vio afectada por la inundación que, junto con días intensos de lluvias y tormentas, marcaron un marzo que quedará en la memoria gualeguaychuense, como así también de otras localidades de nuestra provincia y de provincias vecinas.

Peces en las calles anegadas, árboles caídos, agua cayendo sin piedad, la solidaridad de un pueblo comprometido, fueron algunas de las postales de estos días. También nos dejó el reclamo de un Estado presente dando así por tierra cualquier afirmación irresponsable por parte del presidente en relación a lo que él considera como el origen de todos los males. En las crisis de este tipo (recordemos la pandemia del COVID-19) no se hace esperar nunca la necesidad de que el Estado brinde respuestas: se pide, se reclama, se exige.

Si no es el Estado la solución como afirma el presidente, que explique entonces como se asiste y se acompaña a cientos de familias que pierden todo en cuestión de horas. ¿Acaso lo regula el mercado?

Quienes creemos profundamente en el Estado como regulador en el bienestar de nuestro pueblo, interviniendo sobre las tensiones generadas por las desigualdes del sistema capitalista, vivimos días de angustia y desazón por las decisiones que toma Javier Milei. Sabemos que es a través de las instituciones del Estado que se generan oportunidades para la población y no hay duda alguna de que por ello hoy pretenden desmantelarlo con viejas recetas ya conocidas y que solo han dejado miseria y hambre. Tampoco hay duda alguna que por eso vienen trabajando planificadamente para generar en la población el desprecio por estas herramientas y quienes las llevan adelante: las y los trabajadores.

Todas las herramientas del Estado deben brindar respuestas ante crisis de magnitud como estas, desde lo indispensable como la asistencia alimentaria, hasta la seguridad en toda se amplitud de significado. Y para esto obviamente es necesario contar con trabajadoras y trabajadores con conocimientos, trayectorias y carrera dentro del Estado. Sin embargo, asistimos como nunca antes a la pérdida de miles de puestos laborales en los 3 niveles: Nación-provincia y ciudad, desarmando y restando la capacidad de respuestas y soluciones. La sociedad toda debería estar preocupada de que trabajadores que conocen y se han formado toda su vida en materias indispensables para mejorar nuestra calidad de vida, hoy ya no puedan hacerlo.

Cabe preguntarnos entonces ¿qué idea de Estado fueron construyendo en el sentido común quienes tienen el poder (y además hoy son gobierno)? Ya que parte mayoritaria del pueblo eligió a su propio verdugo para que gobierne en detrimento de lo que más necesitamos: el Estado presente.

¿Hay improvisación o hay planificación previa y a futuro para enajenar todo lo público? ¿Queremos de verdad un Estado más chico? ¿O trabajaron sobre nuestras ideas y concepciones para hacernos creer que poniéndole llave a algún Ministerio vamos a estar mejor?

El Estado es “una organización criminal” afirma el presidente, el mismo que ni siquiera twitteó (su forma de vivir) acerca de la última creciente y sus consecuencias en los pagos de su amigo el intendente de Gualeguaychú. Consecuencias producto del cambio climático que también niega el presidente, quien tampoco se pronunció en pos de solidarizarse con la gente que gobierna. Ni esperar alguna transferencia de recursos que ayude a palear la difícil situación que se complejiza más aún en el contexto de ajuste brutal que viene llevando adelante.

Declamando con odio y desprecio a lo público, supieron detrás de esa figura poner a parte de la población en contra de lo que paradójicamente más reclamaron en estos días: presencia, acompañamiento en insumos de alimentos, prevención ante la crecida, asistencia en las evacuaciones, salud integral de calidad, mayor previsibilidad a futuro.

Acaso todo esto, ¿no es exigirle al Estado que exista y que crezca? Si necesitamos mayor Estado, ¿por qué insiste el presidente en achicarlo? Una encrucijada no menor en el medio de organismos que cierran, Ministerios que bajan de rango, políticas desfinanciadas, transferencia de recursos cada vez más acentuadas en un solo sector y un pueblo que se empobrece día a día, eliminando cualquier esperanza de movilidad social ascendente, más bien sobreviviendo a una crisis récord en la pérdida de nivel adquisitivo y caída del salario.

Hicieron creer que achicar el Estado era echar “algunos ñoquis” y nada más, sin embargo, era más profundo que ponerle llave a una oficina, achicar el Estado es abandonar el cuidado de las personas necesario para vivir en sociedad.

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