Facundo Stivanello plantea que el peronismo perdió conexión con el sentido común del pueblo y llama a recuperar una mirada práctica, popular y transformadora, que priorice la seguridad, el trabajo y la estabilidad económica.
Por Facundo Stivanello*
Alguna vez alguien dijo que, históricamente, el peronismo representó el sentido común del pueblo argentino. Fue, para mí, una definición extremadamente sencilla pero clarificadora. En esa idea, que no tiene ninguna pretensión iluminada ni mucho menos, encuentro yo la mejor síntesis de la crisis que hoy atravesamos.
Claro que es más complejo, pero lo fundamental está ahí.
Vengo de una familia lejana a la política y al peronismo. Sin embargo, de una u otra forma, desde 2008 me sentí peronista. Viví, milité y defendí con entusiasmo y convicción los gobiernos de Néstor y Cristina. Me indigné con el macrismo y me ilusioné con Alberto.
Lo que vino después no hace falta aclararlo.
Empecé a notar, desde 2016 en adelante (aunque quizás se haya producido antes), una distancia entre la agenda del mundo del peronismo politizado y la sociedad. No estoy descubriendo nada nuevo, lo han dicho muchos y miles de veces; esa distancia, que tuvo que ver con la primacía de microreivindicaciones, bifurcó el camino entre las preocupaciones y anhelos de las mayorías y lo que planteamos como gobierno cuando “volvimos” en 2019.
Ya no tiene sentido ahondar en eso porque, como expresé antes, mucho se ha dicho, y adhiero en general.
En mi formación académica y militante generalmente se menospreciaba al sentido común. Y es cierto que este fenómeno tiene cosas positivas y negativas. Es verdad también que lo popular no es necesariamente infalible, y particularmente tampoco comparto la teoría de que el pueblo nunca se equivoca.
Sí percibo, sin embargo, que, como peronistas, debemos priorizar escuchar a nuestro pueblo antes que a las vanguardias iluminadas y bienpensantes. Porque de ahí venimos y esa es la esencia de nuestra potencia transformadora.
Porque, para plantear políticas de avanzada para nuestro pueblo, primero tenemos que atender sus preocupaciones y empujar sus anhelos.
Hay preocupaciones que nuestro pueblo tiene hace por lo menos 15 años (probablemente más), a las que no escuchamos, no registramos y menos atendemos. No dimos respuestas y casi que ni siquiera empatizamos con ellas.
Por ejemplo, cuando notamos que genuinamente nuestros compatriotas se preocupan por la inseguridad, cuando en todos lados se expresa temor por ser víctimas de robos, de agresiones o de perder la propia vida, contestamos con el manual de corrección política progresista y con discursos más empáticos con la delincuencia que con las víctimas.
¿Cuál es el problema de decir que el que delinque tiene que tener una sanción concreta y efectiva? Si no hay cárceles, si son indignas por el hacinamiento, ¿por qué no hacer más?
Es obvio que esto no implica caer en enfoques meramente punitivistas o en respuestas con las que no comparto, como la baja de la edad de imputabilidad. Lo que quiero discutir no es la solución definitiva y, por supuesto, no implica renunciar a la idea de que las oportunidades y la inclusión son igual o más importantes.
Digo que hay que darle respuesta a la gente que padece en nuestros barrios las derivaciones del crimen. Yo considero que la seguridad del colectivo tiene que estar delante de los intereses de quien delinque, sea por el motivo que fuere.
Necesitamos salud, necesitamos educación y también seguridad. ¿Qué es lo no peronista de plantear esto? ¿Es algo que colisiona o es incompatible con la justicia social?
A veces, cuando uno plantea estas cosas, rápidamente es encasillado en la derecha, cuando creo que no tiene por qué ser así.
Tampoco implica convalidar la violencia policial. De ninguna manera: el accionar tiene que ser conforme a la ley y castigar duramente cualquier abuso o falta.
¿Y la inflación? ¿Cómo puede ser que no podamos hacer nada más que denunciar conspiraciones oligopólicas y pensemos que nuestra fórmula de emisión, déficit sin techo e inflación del 200% anual va a seguir siendo tolerada por un pueblo que la padece por lo menos desde 2009?
¿El peronismo no puede plantear un programa económico de equilibrio, o de déficit sensato pero de fuertes tintes antiinflacionarios?
¿Es imposible pensar un modelo que genere empleo con tasas de inflación y orden fiscal razonables?
No me resigno a creer que haya que optar entre el ajuste desquiciado de Milei o el 200% anual de inflación del gobierno de Alberto. Pareciera que hay que elegir entre destruir la industria y el empleo nacional para vivir con una inflación aceptable, o vivir como en tiempos de nuestro último gobierno.
Por último, ¿cuál es el problema de plantear que el trabajo tiene que ser la máxima prioridad de cualquier gobierno peronista y que, por eso, trabajar tiene que valer más que percibir programas sociales?
El esfuerzo y la iniciativa tienen que marcar alguna diferencia positiva. Esto no es decir que no trabaja el que no quiere, sino, por el contrario, jerarquizar el trabajo y procurar generar empleo e incluir al que no lo tiene.
El salario tiene que ser un incentivo real frente a otras percepciones; tiene que garantizar, por lo menos, dignidad.
Mi opinión es que la gente quiere, fundamentalmente, vivir tranquila y con expectativas de progresar.
Eso, transversalmente a cualquier estrato social, se traduce en no temer perder la vida o sus pertenencias, tener trabajo (y que el esfuerzo de este valga la pena) para vivir con dignidad y, por último, en estrecha relación, que ese esfuerzo posibilite avanzar.
En algún momento nos fuimos autolimitando, construyendo una especie de corral ideológico y de corrección política que nos separó del sentido común de nuestro pueblo y que, a la vez, nos disuadió de discutir ciertos dogmas. Nuestro marco mental, nos está impidiendo ver y escuchar.
Las opiniones, las notas y las expresiones de muchos compañeros y compañeras, creo, se van expresando en una línea similar.
Parece que esta derrota dura, a manos de los que están destruyendo la Patria, quizás sea tocar el fondo necesario para poder dar los debates sin estigmatizaciones y con sinceridad. Es necesario.
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*Militante peronista. Secretario de Finanzas de la CTA Entre Ríos.
