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Veterano británico visitó Chajarí para restituir el casco de un ex soldado argentino

En el marco del 40° aniversario de la Guerra de Malvinas,  un ex soldado británico, Mark Eyles Thomas, visitó este lunes la localidad entrerriana de Chajarí para hacer entrega del casco que perteneció soldado Daniel Francisco Sirtori, fallecido en 1999 con apenas 37 años. Los familiares del ex combatiente argentino, esposa e hija decidieron que el casco repose en la Sala Evocativa Malvinas, recientemente inaugurada en la ciudad. 

La actividad comenzó con la entonación de las estrofas del Himno Nacional Argentino y de la Marcha de Entre Ríos. A continuación, se escucharon las palabras del presidente del Centro de Ex Conscriptos Combatientes Islas Malvinas de Entre Ríos, Ramón Jesús de León, y, acto seguido, habló el Veterano de Guerra Británico, Mark Eyles Thomas, quien arribó a Chajarí junto a su esposa. Para finalizar el emotivo acto, el Intendente Marcelo Borghesan, también brindó una sentidas palabras. 

Cabe mencionar que Thomas había recibido el casco de manos de un camarada que participó del combate de Monte Tumbledown y con el tiempo inició la búsqueda, partiendo de una inscripción que reza dentro del mismo: “Sirtori”. Es así que, a través de un joven santafesino apasionado por todo lo relacionado con Malvinas, Agustín Vázquez, legó hasta Virginia, la hija de Sirtori que vive junto a su madre en esta localidad.

Es la increíble historia de un elemento de protección que perteneció a un ex combatiente. La historia de un casco que recorrió miles de kilómetros hasta llegar a nuestra ciudad que lo atesorará en el espacio que rinde homenaje a la causa Malvinas y a los hombres que fueron parte de la misma, entre ellos, Sirtori.

Francisco Daniel Sirtori nació el 27 de junio de 1962, hijo de Matilde Debona y Francisco Sirtori. Al igual que la mayoría de los jóvenes, a principios de la década del 80 ingresó al servicio militar obligatorio. Integró el Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5), en la ciudad fueguina de Río Grande, Llegó el conflicto y ahí estuvo “el gringo”, como lo llamaban sus amigos, integrando el escuadrón argentino más fuerte del conflicto bélico.

Volvió, desarrolló su oficio de mecánico y formó su familia. Un día, el 3 de junio de 1999, cuando tenía 37 años, una esposa y una hija, decidió partir. Habían pasado 17 años desde que regresó de Malvinas, 17 años en los que tal vez hizo mella el olvido.

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